FILOSOFIA Y LOGICA
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[center]Platón y la Realidad Virtual[/center]

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Manuel Gonzales Prada



Platón distinguía entre el mundo de las ideas y, su contraparte, la manifestación física, proporcionando así un antecedente importante para el posterior desarrollo del costructivismo y, por consiguinte, de la cibernética de segundo orden, así como para la “Teoría de Santiago”. No es raro, entonces, que encontremos párrafos en los escritos de Maturana y Varela que se parecen atávicamente a segmentos platónicos. Un claro ejemplo de ello es la denominada alegoría de la caverna, seguramente el texto más antiguo que nos habla acerca de la diferencia entre realidad y realidad virtual.

Entre los grandes pensadores de la antigüedad, mención especial debemos hacer de Sócrates y Platón. Cabe señalar que, en la actualidad, es muy difícil hacer distinciones entre el pensamiento de uno y otro ya que la relación que los unió fue muy estrecha y, más aún, en los textos de Platón es usualmente Sócrates quien expone las ideas filosóficas.

En particular debemos mencionar el aporte atribuido a Platón de la distinción que hace entre el mundo de las ideas y, su contraparte, la manifestación física. Según Platón, por ejemplo, nadie podía ver un círculo, ya que éste es un objeto bidimensional, infinitamente plano, y, por lo tanto, inmaterial. ¿Cómo, entonces, podría alguien fabricar un círculo? Un disco, en cambio, o una rueda, son ejemplos de objetos que sí podemos fabricar y percibir con los sentidos, pero que son, para Platón, sólo pálidos reflejos del auténtico ser que radica en el concepto mismo e inmaterial de círculo.

En otras palabras, para Platón una idea era un ente que tenía existencia por sí misma y que había que distinguir como algo de una esencia completamente diferente a la naturaleza física de los objetos tangibles. Según Platón, estas “ideas” no cambian y sólo son comprensibles a través del intelecto o entendimiento, es decir, la capacidad de pensar las cosas abstrayéndolas de como se nos dan a los sentidos.

De acuerdo a esto, la metafísica de Platón divide al mundo en dos distintos aspectos; el mundo de las ideas (el mundo del auténtico ser) y el mundo que vemos alrededor nuestro en forma perceptiva (el mundo de la mera apariencia). Resulta notable la similitud de este planteamiento platónico con el concepto de “maya”, incorporado por la filosofía Vedanta de la India, cabiendo incluso la posibilidad que Platón lo conociese. Efectivamente, tanto para Platón como en el Vedanta, la realidad no se nos presenta tal como es a través de nuestros sentidos. Cabe señalar, también, que este principio fue ratificado por Sidarta Gotama (Siddhārtha Gautama), el Buda, a pesar de que, en general, se le considera como un reformador de la doctrina tradicional hindú.

Para Platón, entonces, el mundo perceptible consiste en una copia de las formas inteligibles o ideas. En los Libros VI y VII de la República, él utilizó diversas metáforas para explicar sus ideas metafísicas y epistemológicas, tales como: las metáforas del sol, la de la línea dividida y la muy conocida “alegoría de la caverna”.


La Alegoría de la Caverna

Como hemos señalado, para Platón, en el mundo perceptivo, las cosas que vemos a nuestro alrededor no son sino una ligera resemblanza de las formas más reales y fundamentales que representa el mundo inteligible o mundo de las ideas. Es como si viéramos una sombra de las cosas, sin ver las cosas mismas. Estas sombras son una representación de la realidad, pero no la realidad misma. Esta metáfora es expresada explícitamente en la alegoría de la caverna que a continuación les transcribo:

Sócrates: En una caverna subterránea, con una entrada tan grande como la caverna misma y abierta hacia la luz, imagina hombres que se encuentren allí desde que eran niños, con grilletes en el cuello y en las piernas, sin poder moverse ni mirar en otra dirección sino hacia delante, impedidos de volver la cabeza a causa de sus cadenas. Y lejos y a lo alto, detrás de sus espaldas, arde una luz de fuego. Y, en el espacio intermedio entre el fuego y los prisioneros, asciende un camino a lo largo del cual se levanta un muro, tal como la pared que se coloca entre los titiriteros y los espectadores y sobre la que ellos exhiben sus habilidades.


Glaucón: Me lo imagino perfectamente.

Sócrates: Contempla, a lo largo del muro, hombres que llevan diversos vasos, que sobresalen sobre el nivel del muro, estatuas y otras figuras de animales en piedra o madera, así como artículos fabricados de todas las especies, ¿crees que los prisioneros puedan ver algo, de sí mismos y de los otros, excepto la sombra proyectada por el fuego sobre la pared de la caverna que está delante de ellos?, ¿y también, de la misma manera, respecto a los objetos llevados a lo largo del muro? Y si pudieran hablar entre ellos, ¿no crees que opinarían de poder hablar de estas sombras que ven como si fueran objetos reales presentes? Y, cuando uno de ellos fuese liberado, y obligado a alzarse repentinamente y girar el cuello y caminar y mirar hacia la luz, ¿no sentiría dolor en los ojos, y huiría, volviéndose a las sombras que puede mirar?, ¿y no creería que éstas son más claras que los objetos que le hubieran mostrado? Y si alguien lo arrastrase a la fuerza por la espesa y ardua salida y no lo dejase antes de haberlo llevado a la luz del Sol, ¿no se quejaría y se irritaría de ser arrastrado, y después, llevado a la luz y con los ojos deslumbrados, podría ver siquiera una de las cosas verdaderas?

Glaucón: No, ciertamente, en el primer instante.

(Extractado del libro VII de “La República”)

El mito de la caverna es importante en teoría de sistemas y cibernética, entre otras cosas porque se trata de un precursor del principio de Korzibsky, que dice: “el mapa no es el territorio”, y que es considerado como el enunciado más importante de la filosofía de sistemas. Como hemos visto, se trata de una clara referencia a aquello que hoy en día denominamos “realidad virtual”. El genio de Platón se adelantó más de dos mil años a un tema que hoy es recurrente y que hemos visto, por ejemplo, magistralmente plasmado en el argumento de la película Matrix.

Por otro lado, la biología contemporánea, específicamente la denominada “Teoría de Santiago” de Maturana y Varela, ha establecido, entre otras cosas, que el sistema nervioso opera como una red cerrada. Este hecho permite establecer un vínculo entre dicha teoría y la filosofía de Platón. En efecto, la alegoría de la caverna presenta un parecido notable, tanto en su forma como en su fondo, con la alegoría del submarino, que fuera propuesta por Maturana y Varela para explicar sus postulados y que ambos autores presentan en su libro “El Árbol del Conocimiento”.

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