REFLEXIÓN FILOSÓFICA SOBRE EL SER HUMANO
Quiero!
Parece evidente que quieres. Pero, ¿es tu querer libre?
Hay filósofos que consideran que no somos libres, sólo lo parecemos. Son los deterministas. Y sin embargo hay otros que piensan que realmente somos libres.
Si te inclinas hacia la segunda postura te encontrarás con otra pregunta:
¿Para qué tu libertad?
¿Te atreves a buscar las respuestas?
Siento
Como ya sabes, los hombres conocemos (sensible e intelectualmente) y tenemos tendencias de atracción o rechazo (que pueden ser sensibles y volitivas).
Así, por ejemplo, podemos conocer, a través de nuestros sentidos, que el agua es una sustancia incolora, inodora e insípida. Nuestra inteligencia nos permite conocer que el agua es H2O. En un día caluroso, después de una larga caminata, muy probablemente tendremos sed (eso es una tendencia sensible). Cuando decidimos beber el vaso de agua que nos ofrecen, o incluso sacrificarnos y cederlo a otro más sediento, eso es un acto de nuestra voluntad.
Ahora bien, el placer que experimentamos al beber el agua y satisfacer nuestra sed, eso ya no es conocimiento, ni tampoco tendencia, sino un "sentimiento" y pertenece a la vertiente o dimensión afectiva del ser humano. Nuestra afectividad incluye los sentimientos y las emociones.
Evidentemente, por carácter o temperamento, algunas personas tienden a ser más racionalistas y priorizan el elemento cognoscitivo; otras se caracterizan por una gran fuerza de voluntad; y otras son más pasionales o afectivas y se dejan llevar más por sus sentimientos o emociones.
Lo ideal es encontrar un adecuado y justo equilibrio entre ambos aspectos: ni racionalismo frío y calculador, ni afectividad ciega o pasión arrolladora.
Lo cierto es que cuando conseguimos conciliar nuestra razón y nuestros sentimientos, nuestra voluntad lo tiene mucho más fácil a la hora de tomar sus decisiones.
Mi cuerpo y yo
Vivimos en la sociedad de la imagen y el cuerpo se nos da como nuestra imagen en el mundo. Es nuestra carta de presentación.
Pero en una sociedad que prima la imagen vivimos "adorando" nuestro cuerpo. Estamos en la época del culto al cuerpo: todo es "bio" o "light"; "sano" o "natural"...
Pero, al mismo tiempo, el culto al cuerpo se ha convertido en negación de él: cirugía estética -hasta la muerte, si es preciso-, trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia, bulinorexia, ortorexia)...
¿No te parece que en el fondo no nos hemos parado a pensar qué es nuestro cuerpo y qué relación tiene con nosotros?
Parece evidente que quieres. Pero, ¿es tu querer libre?
Hay filósofos que consideran que no somos libres, sólo lo parecemos. Son los deterministas. Y sin embargo hay otros que piensan que realmente somos libres.
Si te inclinas hacia la segunda postura te encontrarás con otra pregunta:
¿Para qué tu libertad?
¿Te atreves a buscar las respuestas?
Siento
Como ya sabes, los hombres conocemos (sensible e intelectualmente) y tenemos tendencias de atracción o rechazo (que pueden ser sensibles y volitivas).
Así, por ejemplo, podemos conocer, a través de nuestros sentidos, que el agua es una sustancia incolora, inodora e insípida. Nuestra inteligencia nos permite conocer que el agua es H2O. En un día caluroso, después de una larga caminata, muy probablemente tendremos sed (eso es una tendencia sensible). Cuando decidimos beber el vaso de agua que nos ofrecen, o incluso sacrificarnos y cederlo a otro más sediento, eso es un acto de nuestra voluntad.
Ahora bien, el placer que experimentamos al beber el agua y satisfacer nuestra sed, eso ya no es conocimiento, ni tampoco tendencia, sino un "sentimiento" y pertenece a la vertiente o dimensión afectiva del ser humano. Nuestra afectividad incluye los sentimientos y las emociones.
Evidentemente, por carácter o temperamento, algunas personas tienden a ser más racionalistas y priorizan el elemento cognoscitivo; otras se caracterizan por una gran fuerza de voluntad; y otras son más pasionales o afectivas y se dejan llevar más por sus sentimientos o emociones.
Lo ideal es encontrar un adecuado y justo equilibrio entre ambos aspectos: ni racionalismo frío y calculador, ni afectividad ciega o pasión arrolladora.
Lo cierto es que cuando conseguimos conciliar nuestra razón y nuestros sentimientos, nuestra voluntad lo tiene mucho más fácil a la hora de tomar sus decisiones.
Mi cuerpo y yo
Vivimos en la sociedad de la imagen y el cuerpo se nos da como nuestra imagen en el mundo. Es nuestra carta de presentación.
Pero en una sociedad que prima la imagen vivimos "adorando" nuestro cuerpo. Estamos en la época del culto al cuerpo: todo es "bio" o "light"; "sano" o "natural"...
Pero, al mismo tiempo, el culto al cuerpo se ha convertido en negación de él: cirugía estética -hasta la muerte, si es preciso-, trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia, bulinorexia, ortorexia)...
¿No te parece que en el fondo no nos hemos parado a pensar qué es nuestro cuerpo y qué relación tiene con nosotros?