EL ATOMISMO
Generalmente, una propuesta, antes de adquirir la condición de ley, parte de ser una mera generalización empírica que aspira a alcanzar un requisito crucial: ser explicada. Una vez hecho esto, la estadística inductiva concreta su idea. Sus explanans (premisas) dejan de albergar la posibilidad de que el explanandum (conclusión) no se cumpla, y de este modo se constituye la ley. Pues bien, en el caso de Demócrito el desarrollo se invirtió. Demócrito comenzó ofreciendo una explicación a una parcela de la realidad de la cual no tuvo nunca la oportunidad de observar, ni, en consecuencia, falsar si hubiese cabido; y verificar como cupo en su momento. Este hecho nos demuestra que el llamado verificacionismo no es, ni mucho menos, un requisito esencial a la hora de dar credibilidad a una explicación y confeccionarla como ley, y Demócrito era consciente de ello. Demócrito relegaba la relevancia del empirismo a un último plano, y depositaba escasa fe en la experiencia sensorial, y curiosamente, en su teoría, el atomismo, explica muy bien el por qué: en el atomismo Demócrito defendía que la materia está compuesta por dos elementos: lo que es (representado por los átomos homogéneos e indivisibles); y lo que no es (el vacío), lo que permite que esos átomos adquieran formas, tamaños, órdenes y posiciones, y constituyan así la totalidad de la physis. Demócrito explicaba las percepciones sensibles tales como la audición o la visión, con la interacción entre los átomos que emanan desde el objeto percibido hasta los organismos receptores. Esto último es lo que prueba con fuerza la relatividad de las sensaciones.